domingo, 13 de febrero de 2011

Antonia Ruiz Oliva: «La sociedad necesita operarse del ego»

Antonia Ruiz Oliva: «La sociedad



necesita operarse del ego»








13.02.11 - 01:22 -

La energía y el buen humor están cosidos a su piel. También la dedicación al trabajo. Lo estuvo buscando hasta los 30 años, después de licenciarse en Filología Hispánica y perseguir su vocación de ser autora de obras de teatro. Hizo algunas sustituciones, dio algunas clases y pegó en muchas puertas. Tomó entonces la decisión de vestirse de empresaria. Con una amiga montó un centro de estudios. Han pasado 20 años y hoy está al frente del grupo de empresas Lemberg-Formación, con academias en todo el país. Preside la Asociación del Empresarios de Vélez-Málaga. Y le quedan energía y horas para aportar sus ideas y su experiencia al comité ejecutivo de la CEM, a la Cámara de Comercio de Málaga, a la secretaría general de la Asociación de Empresas de Formación de Málaga o a la directiva comarcal del Centro de Iniciativas Turísticas de la Costa del Sol Oriental.
-Agotador. ¿De dónde saca el tiempo?
-Robándolo de la vida personal. No tengo hijos y estoy en una ruptura reciente, con la tristeza que eso conlleva. Dedico mucha parte del tiempo libre a la empresa y a la asociación. No sé si de alguna manera, el hecho de no haber consolidado una familia me ha permitido tener mas protagonismo e implicación en los organismos o en la sociedad. Dedico 16 o 17 horas diarias a este trajín. La dinámica de las empresas muchas veces tira de uno, incluso más allá de lo que pueda ser saludable. Hay momentos en los que tienes que parar un poco y reflexionar.
-¿Y a qué ha renunciado?
-No he sido consciente de mis renuncias, porque he tenido muchísima vitalidad, muchísimo ímpetu, muchísima convicción de que podía cambiar cosas, aunque ahora creo que puedo contribuir a modificar alguna. Ahora estoy empezando a tomar consciencia de que sí he renunciado a cosas, como a formar una familia. Desde la perspectiva de mi edad, que son 53 años, empiezo a darme cuenta de que ha habido renuncias ,y lo acepto. En algunos momentos me puede producir cierta nostalgia, por ejemplo, el hecho de no tener hijos. La perspectiva de la edad te permite mirar hacia atrás y ser consciente de a qué has renunciado. Y hay cierto resquemor en esa renuncia; pero soy Tauro, una persona muy terrenal, y pienso que todo tiene su explicación.
-¿Cuál es?
- Soy de la generación de Miguel Bosé. Detrás de nuestra generación había mucho dolor, de nuestros padres y abuelos. Me molesta mucho cuando la gente habla de la guerra civil. Es algo que debemos olvidar. Pero creo que en mi generación hubo mucha gente que renunció a formar una familia y a tener hijos porque nos consolidamos como generación dique, una barrera que frenó mucho dolor que había detrás, en las generaciones que nos antecedieron. Y nosotros fuimos la puerta para un cambio de mentalidad, un cambio de actitud ante la vida, para ver las cosas de manera más positiva, con menos angustia.
-Cambiar el sueño del teatro por la empresa, ¿fue una frustración?
-Mi actividad empresarial no estuvo fundamentada en una carrera ni en unos conocimientos previos. Pero la cogí con muchísimas ganas y empeño. Digo muchas veces que fue más la ignorancia. Dicen que la ignorancia es atrevida. Montar un negocio en Málaga sin ser de Málaga, sin apenas conocer gente. Pues fue un atrevimiento.
-¿Lo haría ahora de otra manera?
-Ahora le daría muchas más vueltas. En ese momento lo hice con esa valentía que da la ignorancia. Funcionó. Y más adelante, me supe rodear de dos personas, mis socios, con los que tenemos desde hace 14 años las empresas del Grupo Lemberg.
-¿También contará la creatividad y el tesón?
-La sociedad nos defrauda con muchos mensajes. Uno de ellos es inculcarle exclusivamente a los jóvenes la sociedad del bienestar, cuando lo que habría que hablarles es de tesón, de creatividad, de implicación. El bienestar es saludable, lo hemos ganado entre todos socialmente. Pero en un proyecto que se quiera realizar profesional, personalmente, como trabajador o empresario, la implicación es imprescindible. Te tiene que importar lo que haces, le tienes que poner corazón. Sin corazón no vayas.
-A la vista de los resultados, su corazón ha bombeado lo suyo.
-He disfrutado por todas las carreteras de España cuando hemos ido buscando clientes y alumnos. Yo me puedo perder por España sin tarjeta de crédito y sin teléfono, y tengo amigos en todos los puntos. Eso lo dan el tesón, la implicación y sobre todo el corazón.
-Habrá algo de suerte.
-El éxito lo marcas tú. Si estás satisfecha con lo que haces, si tienes objetivos, si te encuentras a gusto en tu piel, si no tienes demasiadas cosas que te rumien en la cabeza estorbándote, serás una persona con éxito. Robín S. Sharma escribió 'El monje que vendió su Ferrari' y también el 'El líder que no tenía cargo', y refleja que es fundamental que, allí donde estás, hay que dar lo bueno de tí, porque quien lo vas a disfrutar eres tú.
-¿Lo peor del éxito es creérselo?
-Indiscutiblemente. Nuestra sociedad tiene que operarse del ego. Hay un engreimiento de quienes somos. Yo intento tener humildad. A veces saco la parte orgullosa, que también es bueno cara al exterior. La humildad es algo que ha dejado de respetarse socialmente. Hay mucha gente que se lo cree y que luego se afectan muy especialmente en su vida cuando se derrumba eso que ellos han interpretado como éxito. El éxito es sentirse querido donde estás, sentirse arropado, acogido y estar dando aquello que tienes, como decía mi padre, sin esperar retorno. Eso da mucha serenidad interior.
-¿Nos está pasando factura la cultura de más vale un empleo fijo que ser emprendedor?
-En la sociedad se ha propiciado muy poco la iniciativa privada. Hay una maldad en los mensajes. Se habla de emprendedores, no se habla de empresarios. La palabra empresario tiene una connotación negativa. En cambio, el emprendedor es limpio, alguien que viene puro a la sociedad. Emprendedor y empresario es lo mismo, porque emprendedor se será antes de emprender, una vez que se emprende ya eres empresario. No se ha propiciado la cultura de la empresa. La empresa simplemente tiene que hacer lo mismo que la sociedad: tener planteamientos éticos y decentes.
-Dedicó tres años a la política como concejala del PP en el Ayuntamiento de Vélez. ¿La política le abandonó o usted abandonó la política?
-Me marché de la política. El mundo de la empresa y de la política son incompatibles. Tuve que priorizar, aunque me gusta la política. En mi experiencia como concejala vi que es muy difícil que las cosas avancen. Ahora estoy en colectivos que tienen una función social donde veo que las cosas avanzan. En política hay que tener una actitud de servicio; si no es una indecencia. Y hay que saber marcharse.
-Defender las ideas, ¿tiene un precio?
-El precio mayor es el de tener que callar. Conocer situaciones en las que hay mucha injusticia y mucha indecencia de por medio. Vivimos en una sociedad en la que casi todo es políticamente incorrecto. Creo que las personas están muy cansadas de esa realidad. Tenemos una situación difícil en las empresas y lo público tiene una situación extremadamente alarmante. Y los mensajes que se lanzan, por regla general, no son mensajes con los que la gente pueda decir: vale, tomo nota. Todos tenemos que tomar notar, no puede haber mensajes a los que nos ajustemos unos y que otros estamentos e instituciones estén en cierto desmadre, que socialmente hemos sido capaces de tolerar. Una cosa es la tolerancia y otra, la permisividad.
-¿Cómo carga las baterías para todo su trajín?
-En el contacto con la naturaleza. En la contemplación del mar. En esa soledad cada vez más buscada que me permite recargarme. Admiro la generosidad de la naturaleza, con nada y menos nos devuelve unos frutos maravillosos. Los seres humanos tenemos que aprender mucho de ella, aprender a devolver ampliado lo que recibimos. Nos protegemos de los demás, tendemos a la desconfianza. El acto de la generosidad está muy limitado. Hoy la gente tiende al aislamiento. Y el aislamiento es la destrucción.
-En una agenda con tantas ocupaciones, ¿tiene algún hueco para divertirse?
-Me encantan las reuniones, compartir charlas con gente interesante. Ahí sale mi vena pícara y divertida, y cierta inventiva. En una cena de la Asociación de Empresarios de Vélez puedo salir disfrazada de Rafaela Carrá cantando y bailando, algo que la gente no se espera. Es mi parte cómica. Para mí, el teatro es vida.

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